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Científicos del CONICET analizan un hongo que contamina el sorgo

La investigación liderada por Andrea Astoreca busca soluciones biotecnológicas para combatir el Epicoccum sorghinum y su toxina, que amenazan un cultivo clave para la agroindustria argentina.

 

Un equipo de investigación del CONICET en el Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) está estudiando en profundidad el Epicoccum sorghinum, un hongo microscópico que representa una amenaza para el sorgo, un cultivo clave para la agroindustria argentina.

Este patógeno, ampliamente distribuido en regiones tropicales y subtropicales, no solo deteriora los cultivos sino que también produce una micotoxina llamada ácido tenuazónico (TeA), que es perjudicial para la salud de animales y humanos que consumen los granos. El estudio, liderado por la investigadora del CONICET Andrea Astoreca, busca entender las características de este hongo para encontrar soluciones efectivas.

El sorgo es el quinto cultivo más demandado a nivel mundial y Argentina es el tercer exportador global. Por ello, el daño que provoca este hongo es de gran preocupación. «La producción de la toxina TeA estaba siempre asociada a otros hongos, pero no tanto a este, que aparece en un porcentaje altísimo en los cultivos de sorgo en nuestro país,» explicó Astoreca.

El hongo es difícil de controlar porque se reproduce a través de esporas que están en el aire y puede vivir en casi cualquier superficie, incluyendo semillas, campos y silos, donde incluso se multiplica. Ante este desafío, el equipo de investigación propone trazar curvas de crecimiento y producción de la toxina para identificar los factores que limitan su desarrollo y así determinar el daño real en el rendimiento.

A medida que avanza la investigación, se están explorando soluciones biotecnológicas como alternativa a los productos químicos sintéticos. El objetivo es utilizar microorganismos beneficiosos que ya se encuentran en la tierra para combatir el hongo de manera natural.

Flavia Luna, investigadora de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CICPBA), está trabajando en el estudio de bacterias con potencial antagónico, es decir, la capacidad de limitar el crecimiento del E. sorghinum. «Se trata de aprovechar la acción de otros organismos vivos que, mediante algún mecanismo biológico, indirectamente consiguen prevenir o limitar su crecimiento,» señaló.

Estos avances científicos no solo buscan proteger la producción de sorgo, sino también mejorar la seguridad alimentaria y fomentar prácticas agrícolas más sostenibles en el país.

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